El té en China es algo más que una bebida: es un modo de vida, una manera de encontrarse a sí mismo, pues se está muy relacionada con el budismo y la espiritualidad en general. No en vano, el té nació en este país más de dos milenios antes del nacimiento de
Jesucristo, por lo que la cultura china no se puede entender sin este preparado sencillo pero saludable y revitalizante.
Pese a que el té en China es la bebida más popular, lo cierto es que pasó por diferentes etapas de producción y consumo. Altibajos que tuvieron sus momentos álgidos con dinastías como la Tang (618-907) o la Song (960-1279), aunque el gran impulso se produjo con la Ming (1386-1643), tras el periodo de dominio mongol y cuando comenzó a extenderse el comercio con Occidente.
Las recetas y la producción también experimentaron cambios, normalmente con la intención de conservar mejor las hojas. Hervir, prensar, triturar, hornear o secar eran algunas de las técnicas que se empleaban con este cometido. La tecla definitiva llegó precisamente con los Ming, que probaron a fermentar y deshidratar hasta alcanzar el punto de fermentación preferido. Así surgió el té Oolong y el té negro.