El té verde y el té negro son dos bebidas placenteras, relajantes, saludables y muy sabrosas. ¿A qué crees que se puede deber? En este artículo te explicamos qué contienen las hojas de estos y otros tés.
En primer lugar, el sabor del té verde y del té negro se forma, en mayor o menor medida, por la mezcla de diferentes matices, que van desde lo amargo hasta lo dulce. La catechina es uno de los componentes más importantes y cuenta con dos cualidades fundamentales. Por un lado, la amargura, siempre sutil pero muy característica en estas bebidas. Y por otro, la astringencia, una cualidad que aporta una agradable aspereza y que solo los mejores paladares son capaces de apreciarlo.
En segundo lugar, la cafeína, que también aporta ese toque de amargura tan característico y que tiene la cualidad de activar y estimular el sistema nervioso. En cualquier caso, se trata de un efecto nada brusco en comparación con el que produce el café, en parte precisamente por el tercer gran componente del té: la teína, presente sobre todo el en té verde. La teína, que aún está siendo objeto de múltiples estudios por su capacidad de contrarrestar los efectos de la cafeína, es un aminoácido que además de proporcionar calma al cerebro aporta un sabor dulce muy natural.
Otros componentes del té verde y el té negro
Aunque la catechina, la cafeína y la teína son los principales responsables del sabor del té verde y el té negro, estos y otros tés cuentan además con otros componentes importantísimos. Por ejemplo, las vitaminas. Dependiendo de la variedad, la lista de vitaminas presentes en una hoja de té es larguísima: A, B1, B2, B3, C, E, F, K, P y U.
Por su parte, los minerales tienen también una importancia fundamental, como el calcio, el zinc o el magnesio, sobre todo para la actividad antioxidante y para la higiene bucal. Y tampoco nos podemos olvidar de la clorofila, que aporta el pigmento verde en el té verde. La saponina o la pectina son también otros componentes menores de la hoja de té.
