Al ver el nombre de esta receta, quizá te sorprendas, al igual que Isabel, suscriptora de Teterum y amante de esta variedad de té. Y es que el té blanco normalmente no se emplea en té frío, pero se trata más bien de una cuestión de costumbre y tradición que de sus propiedades en sí. Es decir, que el té blanco va muy bien en frío aunque muchas personas lo desconozcan. Por eso, aquí os traemos esta receta original que dedicamos a Isabel y a todos los amantes de esta variedad en general.
Los ingredientes de este té frío son principalmente tres: té blanco, piña en trocitos y un pellizco de menta o de hierbabuena en su defecto. La preparación también es muy sencilla: infusionar el té junto con la menta o la hierbabuena durante unos tres minutos en agua a unos 65ºC. Paralelamente en otra jarra, mezclar azúcar con hielo (no es necesaria la azúcar pero es una opción). Una vez infusionado el té, verter el contenido en esta jarra y remover hasta que el azúcar se disuelva y los cubitos de hielo se hayan derretido. Añadir los trozos de piña. Un consejo es emplear el doble de té blanco que utilices habitualmente, pues en frío el sabor queda algo más escondido, por lo que se recomienda una cucharada de postre por persona. A la hora de servir, se pueden añadir más cubitos de hielo.
Beneficios de este té frío
Con esta receta de té frío, los beneficios para la salud son numerosos. En primer lugar, tiene un efecto antioxidante o ‘detox’ muy importante, pues el té blanco es la variedad menos oxidada de todas. Por tanto, tiene propiedades anti-edad y reparadoras del ADN. Además de ello, los dientes, los huesos y la piel son los otros grandes beneficiados: tiene fluoruro para combatir la placa bacteriana y el mal aliento, fortalece los huesos y combate la osteoporosis, además de prevenir y reparar daños dermatológicos ocasionados por el sol o la mala alimentación.
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